España lanza un llamado global para la ratificación del Tratado de los Océanos

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Resumen: España ha instado a 150 países a ratificar el Tratado de Alta Mar, adoptado en junio de 2023, para proteger la biodiversidad marina en aguas internacionales. A pesar de la urgencia, solo 21 países han ratificado el tratado, que necesita 60 para entrar en vigor. La vicepresidenta Sara Aagesen destaca que esta ratificación es vital para la protección de los océanos y la cooperación internacional. Con la próxima conferencia de la ONU sobre los océanos en Niza, el tiempo apremia y la posibilidad de alcanzar la ratificación necesaria se complica, especialmente ante el regreso de Donald Trump y sus políticas medioambientales. La comunidad internacional busca reforzar el compromiso global con la agenda ambiental a través de acciones concretas.
Puntos clave
  • El Tratado de Alta Mar necesita 60 ratificaciones para entrar en vigor, pero solo 21 países lo han ratificado hasta ahora.
  • España es el primer país europeo en ratificar el tratado, y la vicepresidenta Sara Aagesen está liderando esfuerzos para impulsar su aprobación mundial.
  • La próxima conferencia de la ONU sobre los océanos en Niza podría ser un punto clave para la ratificación del tratado, pero el tiempo es limitado.
  • El regreso de Trump a la política ha generado incertidumbre en las negociaciones internacionales sobre medio ambiente.
  • Existen alternativas para avanzar en la cooperación ambiental, incluso sin la participación de EE. UU., a través de acuerdos multilaterales y plurilaterales.

El Tratado de Alta Mar: Un Hito en la Protección de los Océanos

Después de tres lustros de intensas negociaciones en el seno de la ONU, en junio de 2023 se adoptó el tratado de protección de la biodiversidad marina para las aguas internacionales. Este tratado establece las bases necesarias para la creación de áreas protegidas en zonas que no pertenecen a ningún país, un aspecto que ha sido una asignatura pendiente en la legislación medioambiental internacional.

Sin embargo, casi dos años después de su adopción, el tratado aún no ha entrado en vigor debido a que no se ha alcanzado el número necesario de ratificaciones por parte de los países, un proceso que tiende a ser lento. Esta situación se complica aún más con el regreso de Donald Trump, ex presidente de EE. UU., quien ha sido un crítico de las políticas medioambientales.

Para que el tratado entre en vigor, se requiere la ratificación de 60 países, y hasta ahora solo 21, incluyendo a España, han dado este paso, siendo España el primer país europeo en ratificarlo en febrero pasado.

Compromiso de España y la Urgencia de la Ratificación

La vicepresidenta tercera, Sara Aagesen, ha adoptado la defensa de este acuerdo internacional como una de sus principales prioridades al frente del Ministerio para la Transición Ecológica. En este contexto, Aagesen ha enviado una carta a los responsables de 150 países instándolos a adherirse al pacto.

«Es crucial que los países ratifiquen el acuerdo», menciona la misiva sobre el conocido como Tratado de Alta Mar. «Esta ratificación contribuiría significativamente a los esfuerzos globales por proteger nuestros océanos y garantizar el uso sostenible de los recursos marinos», añade.

Aagesen subraya que la activación del tratado «representa una oportunidad excepcional para fortalecer el compromiso global con la agenda ambiental y el multilateralismo». Ella resalta que «la cooperación internacional sigue siendo la forma más eficaz de enfrentar los desafíos de nuestro tiempo», especialmente en un momento en que dicha colaboración se ve amenazada por el auge del populismo conservador.

La Conferencia de la ONU sobre los Océanos: Una Oportunidad Decisiva

A meses de la próxima conferencia de los océanos de Naciones Unidas, que se llevará a cabo del 9 al 13 de junio en Niza (Francia), hay un impulso internacional para que el pacto entre en vigor durante este evento. Sin embargo, con solo 53 días restantes, el tiempo corre y la ratificación de los 60 países necesarios aún parece lejana.

Rémi Parmentier, director de Varda Group y activista con amplia experiencia en negociaciones medioambientales internacionales, expresa su preocupación sobre la posibilidad de alcanzar la ratificación antes de la conferencia. «Ojalá ocurra, pero francamente, cada día que pasa lo veo más difícil», confiesa.

Desafíos en la Diplomacia Internacional

En el ámbito de la diplomacia internacional, las naciones primero negocian acuerdos y tratados, y luego establecen un número mínimo de ratificaciones necesarias para que estos entren en vigor. Sin embargo, como recuerda Parmentier, «no hay reglas escritas» sobre este proceso; algunos pactos han sido ratificados en tiempo récord, como el Acuerdo de París contra el cambio climático, mientras que otros han permanecido estancados durante años.

El año 2025 se perfila como un año crucial para la diplomacia medioambiental, con la ratificación del Tratado de Alta Mar en la agenda, así como un posible acuerdo contra la contaminación por plásticos, que se había programado para cerrarse en diciembre del año pasado, pero no se logró.

El Futuro de la Cooperación Ambiental

A pesar de la disrupción que representa el regreso de Trump, la realidad es que hasta ahora ningún país ha seguido su ejemplo en salir del Acuerdo de París. Además, la comunidad internacional ha avanzado en la aprobación de un sistema global para gravar las emisiones de efecto invernadero del sector naval, superando las amenazas de represalias de la administración Trump.

«En este contexto de ataques al multilateralismo y a la ciencia, es esencial transformar las palabras en acciones concretas», sostiene Parmentier. Él sugiere que la mejor defensa ante Trump y su administración es reforzar el derecho internacional, incluyendo la política ambiental multilateral.

En este sentido, propone avanzar con acuerdos multilaterales sin la participación de EE. UU., apoyándose en convenios que han funcionado durante años sin su concurso. Alternativamente, se podrían establecer acuerdos plurilaterales entre países dispuestos a abordar los problemas medioambientales de manera ambiciosa, una estrategia que podría aplicarse al tratado contra la contaminación por plásticos.

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